En los años 80, un anarquista que quisiera realizar una acción directa ilegal, desarrollaba su plan y al mismo tiempo comprobaba que no hubiera dispositivos de escucha en su casa. En los 90, el mismo anarquista apagaba su teléfono y usaba criptografía para comunicarse por internet. En la década de 2020, tenemos que reconsiderar nuestra estrategia, los servicios de inteligencia han mejorado su capacidad de recolección de datos y debemos tenerlo en cuenta.